domingo, 22 de mayo de 2011

ORACIÓN Y ESTUDIO

“La oración en la CDM está íntimamente unida al estudio y el estudio a la oración.
Se intercomunican y son inseparables.
Aunque la Hermana, en el ejercicio de la una o de la otra no lo perciba siempre
en forma sensible o consciente

“Uno sólo es nuestro Maestro: Cristo”. (Mt.23,8). 
Él sólo es capaz de enseñar la más perfecta oración.  Nosotras, que somos de Él
por vocación, tenemos que aprender de Él nuestro modo de orar.

“Y aconteció que estando él en cierto lugar orando, como hubo acabado, le dijo uno
 de sus discípulo:
“Señor, enséñanos a orar” (Lc.11,1).  Y el Señor les enseñó el “Padre Nuestro”,
cuyo texto más completo trae Mateo (6,9 y sigs.) en pleno “Sermón de la Montaña”, 
como formando parte de su doctrina misma, en el corazón de su magisterio.

Nuestro Divino Maestro, Palabra viviente del Padre, Epifanía del Padre,
Rostro visible del Dios invisible, nos comunica la ciencia celestial y el modo de orar
al mismo tiempo.
Si nos sumergimos en su método, quedamos, por el hecho mismo, sumergidas
en su teología viva. 
Si nos sumergimos en el estudio de su teología  viva, lo haremos contemplando
al Padre que está en los Cielos; anhelando que su nombre sea santificado;
procurando que su Reino venga a nosotros. 
Esto implica un íntimo despertar apostólico.

Al ir conociendo más y más el plan de Dios que Cristo nos revela, aceleraremos
con nuestros deseos el cumplimiento de su plan, su misteriosa Voluntad,
cuanto antes,en  esta tierra nuestra.  Así, nuestro estudio de Dios, bajo la guía del Maestro Único, nos volcará de nuevo en una explícita oración de petición:
el pan nuestro, el perdón de nuestros pecados(cumpliendo la condición que Él exige,
es decir, nuestro propio perdón a nuestros hermanos);la ayuda de Él en las
tentaciones y dificultades que nos circundan; la liberación total de la influencia
del demonio y de todo lo que se opone a su posesión plena.
“Pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea completo.”
                                                (Jn.16,24).                                              
                                           (Texto manuscrito de Natalia Montes de Oca)

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