martes, 25 de abril de 2023
miércoles, 12 de abril de 2023
RESUCITAR
LA IGLESIA DESDE LAS MUJERES
Pepa Torres
El
pasado 5 de marzo en la acción performativa que la Revuelta de mujeres en la
iglesia- Alcem la veu celebramos en Madrid, frente a la catedral de la
Almudena, para exigir el fin de nuestra discriminación en la iglesia, revivimos
la experiencia de aquellas mujeres que en la mañana de Pascua se pusieron en
marcha hacia el sepulcro. Mujeres que, aun con el corazón y sus sueños hechos
pedazos, portaban también seminalmente en su interior la esperanza de que la
injustica, la desigualdad y la violencia no podían tener la última palabra en
la historia. En aquel éxodo de mujeres aconteció lo inédito. El sepulcro se
abrió y en el cuerpo roto de Jesús torturado, Dios-Madre se rasgó para dar a
luz una nueva humanidad, una nueva creación, una nueva iglesia.
Al amanecer del primer día
de la semana, iban María Magdalena, María la de Santiago, Salomé y la otra
María, de camino hacia el sepulcro. Iban pesarosas, compartiendo su profunda
tristeza, su desconcierto. Les sobrecogía la incertidumbre, la indignación por
todo lo acontecido con Jesús. ¿Cómo había sido capaz de llegar el poder religioso
a semejante ignominia?
Han matado a Jesús de
Nazareth, se decían consternadas
Han matado a nuestro
Maestro, repetían con perplejidad.
Sin voz, sin palabra, sólo
les quedaba el discreto papel que les había dejado el sistema patriarcal y
clerical: ungüentar, amortajar, llorar, velar lo yerto, el cuerpo de su amado.
Aun así, no perdieron su
perfume, su aroma, su seña de identidad y se pertrecharon con toda clase de
especias aromáticas para aplacar el olor a muerto, a podredumbre.
Mientras caminaban hacia el
sepulcro se decían unas a otras,
“Ya no cabe esperanza en
esta Iglesia; no es posible el cambio.
“No sé” decía otra, todavía
esperanzada.
“¿De verdad crees que vamos
a poder mover esta pesada losa?, ¡qué ingenua!”
“¿Quién nos moverá la
piedra de esta Iglesia jerárquica y Clerical? Es imposible”
“¿Quién nos moverá la
piedra para entrar al sepulcro?”
Somos muchas las mujeres
cristianas en el mundo que experimentamos conmocionadas y comprometidas que la
violencia y la injusticia con las mujeres al interior y al exterior de la
iglesia no pueden tener la última palabra.
Aquel que murió de vida, por anunciar el Evangelio como una Buena
noticia de liberación para las mujeres nos cubre con su Ruah creativa y
resiliente en el compromiso y la exigencia de la ekklesia de Jesús como
comunidad de iguales, hasta que las últimas sean las primeras (Mt 19,30-20).
Por eso esta Pascua,
habitadas por el espíritu de aquellas primeras portadoras de perfumes,
renovamos nuestro sueños y compromisos inaplazables como mujeres en la iglesia,
sintiendo que se va alumbrando algo nuevo, pero que tenemos que seguir soñando
y trabajando insistentemente por ello. La Pascua renueva nuestro convencimiento
de que el Resucitado es el Crucificado, encarnado también en las crucificadas
de la historia, con ellas nos invita a alumbrar de nuevo la iglesia y la mesa
inclusiva de la sororidad. Por eso la Pascua es tiempo de renovar sueños y
compromisos:
Soñamos y trabajamos por una iglesia que rompa con la antropología patriarcal que legitima la subalternidad y la discriminación de las mujeres. Frente a ello proponemos una antropología relacional basada en las relaciones de mutualidad. Una antropología que recupera imágenes y lenguajes sobre la divinidad, también femeninos, ignorados tradicionalmente en la historia de la iglesia, pero que sin embargo forman parte de la revelación bíblica. Una iglesia que elimine el lenguaje patriarcal y sexista de homilías, textos y documentos y se atreva a interpretarlos, no sólo para leer la Biblia y vivir el evangelio de otro modo, sino para que sean liberadores para la humanidad entera.