martes, 2 de agosto de 2011

ESCUCHÁNDONOS, LO ESCUCHAMOS A ÉL

CELEBRACIÓN de la TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
6 de agosto
Recreando juntos/as esta Fiesta CDM


En el camino de la CDM


A lo largo de los años hemos celebrado esta fiesta, considerándola como fiesta central de la cdm, el día del Divino Maestro. La clave de comprensión ha estado puesta en las Palabras que el Padre dirige a los oyentes: Este es mi Hijo muy amado, escúchenlo (Marcos 9, 2-10; Mateo 17, 1-9; Lucas 9, 28-36). El Padre se revela como padre, invitándonos a escuchar as enviado, su Hijo muy querido, el rabí – maestro.
Natalia y las primeras hermanas encontraron en este texto aquello que parecía marcar de un modo significativo el estilo de vida propio del carisma cdm: el de mujeres que escuchan, y convencidas proclaman la buena nueva de Jesús.


Por qué elegir como fiesta cdm una experiencia evangélica que no aparece en Juan, el evangelio que va configurando nuestra vida cdm. La experiencia fundante que nos transmite la comunidad de Juan es la del Resucitado; ni siquiera la Pasión empaña esta realidad. Los/las que relatan el mensaje de Jesús, convertido en evangelio, perciben que la resurrección es una realidad que ha establecido una dinámica nueva en el mundo. Por eso podemos decir que los sinópticos presentan como adelanto en este texto, lo que en Juan es un hecho indiscutible que lo abarca todo.


Hoy, caminando…


El texto de la transfiguración muestra a Jesús atravesado por una nueva realidad, su rostro, todo él resplandecía, la Gloria de Dios estaba en Él. Y qué es la Gloria sino la Vida en plenitud: una vida donde la verdad, la justicia, la misericordia despliegan su benevolencia en toda la existencia humana, en la creación entera. Por eso transfigurados nos encontramos todos, todas, en la medida en que nuestra mirada se acerca a la del mismo Dios, transformándonos desde dentro de la realidad.


Esta fiesta nos invita a descubrir la transfiguración a través de nuestras propias transformaciones, en el movimiento en el que estamos inmersos/as, en ese movimiento que somos nosotros/as mismos/as. A mirarnos desde lo que somos, a mirar nuestra existencia con ternura, y así poder contemplar del mismo modo a los/as otros/as, al mundo que nos rodea. Estamos invitados/as a renovar nuestra mirada teológica, no tanto para poner el acento en lo bueno y lo malo, sino para poder mirar, descubrir, descubrirse al modo de Jesús.


Nos invitamos a escuchar juntos/as al Señor encarnado en nuestra propia existencia. A preguntarnos: por dónde pasa el Señor de la Historia y de la historia cotidiana, donde no siempre se dan grandes cambios, cosas radicalmente nuevas, pero donde sí experimentamos el movimiento continuo, permanente, transformador. Los grandes momentos de la vida no siempre se manifiestan con temblores y huracanes, pero la brisa nunca falta (1 Reyes 19, 11-13), aquella que nos invita al silencio interior, para descubrir al Señor en las experiencias personales, comunitarias, como pueblo. Nos invitamos a la escucha profunda de este momento a través de las transformaciones que vamos viviendo. Qué novedad nos trae Jesús a través de lo que vamos escuchando, en mí, en el otro/a, en los acontecimientos.


Equipo “Misión cdm laicado y hermanas”

1 comentario:

Marta Cayo Morales c.d.m. dijo...

Como siempre, el Señor nos llama a bajar de la montaña, con la memoria viva de su rostro transfigurado, el que hemos visto, del que damos testimonio, que anima nuestra vida y nos invita a proclamarlo y a caminar con los que buscan, en medio de su pueblo. Para todos y todas, ¡¡Felicidades en el día del Divino maestro!!!
Marta