Este
artículo fue publicado en Tierra Nueva, Año 13, Nº 13, 2016, pp. 15-23.
ISBN:0718-0845
Las fotografías pertenecen al archivo de la congregación Compañía del Divino Maestro.
Marta Cayo Morales c.d.m.
ORCID: 0000-0002-5061-7282
Resumen: Tomando como fuente de información las Crónicas, el Libro
de Actas del Consejo Local y el Cuaderno de Visitas Canónicas de la Comunidad,
se relata el origen de la presencia de la Congregación Compañía del Divino
Maestro y su aporte a la fundación de la Universidad del Norte, hoy,
Universidad Católica del Norte.
De acuerdo con el relato de la hermana Jane Mary Gibson c.d.m., corría año 1957 cuando la Fundadora de la Congregación Compañía del Divino Maestro, Madre Natalia Montes de Oca c.d.m., recibe una carta del entonces Obispo de Antofagasta, Don Francisco de Borja Valenzuela Ríos, en la que, le recordaba cómo, siendo sacerdote en Rancagua, había llevado la noticia a Elsa Abud Yáñez de una nueva congregación en Argentina que calzaba perfectamente con su perfil humano y vocacional. Elsa, sin dudarlo dos veces, escribió a la Fundadora, fue admitida y se convierte así en la primera religiosa chilena de la Compañía del Divino Maestro. Tras ella partieron otras, también ligadas a la iglesia de Rancagua: Jane Mary Gibson, María Teresa Chandía, María Dolores Cruzat. Monseñor Francisco de Borja se sentía con derechos, y de alguna manera, le pedía una vuelta de mano.
Recién instalado como Obispo de Antofagasta, en octubre de 1957,
tenía ante sí un ambicioso proyecto: la recién fundada Universidad del Norte,
iniciativa liderada por los padres jesuitas, pero largamente acariciada por la
ciudadanía y la Iglesia antofagastina. Necesitaba la presencia de las
Religiosas de la Compañía del Divino Maestro en este proyecto y pedía a la
Madre Natalia la fundación de una comunidad en la Diócesis, para colaborar con
el sello femenino y el carisma propio del “conocimiento y amor de Jesucristo”.
Fue convincente. El Consejo de la Congregación decide enviar a la hermana Aída
López, Vicaria General de la Congregación y a la hermana Laura Elsa Abud, para
conocer el proyecto y las condiciones en las que éste sería posible. Vuelven
entusiasmadas y entusiasman, a tal punto, que el Consejo de la Congregación
aprueba la fundación y el 24 de marzo de 1958 parten desde Ezeiza (Buenos
Aires) las adelantadas: hermanas Elsa Abud Yáñez y María Dolores Cruzat Novoa.
Llegan a Antofagasta el día 25 de marzo, día de la Anunciación. Las otras hermanas
viajan en tren, vía Salta. Salen de Buenos Aires el 1° de abril y llegan a Antofagasta
el día 5 de abril. Los padres jesuitas ceden una casa para la obra de la Congregación,
sin embargo, los arreglos necesarios no se han terminado y este primer tiempo
son acogidas por la comunidad de las hermanas de la Divina Providencia.
Queda así constituida la comunidad con seis hermanas: Isabel Gerovasi, María Dolores Cruzat, Elsa Abud, Haydée Alcócer, Petrona Segovia y Orfilia Bedacarrazt. Se constituye también el Consejo Local, órgano de gobierno de la comunidad, con las hermanas Isabel Gerovasi, superiora de la Comunidad, la hermana María Dolores Cruzat, Vice Superiora y la hermana Laura Elsa, secretaria. Preside este consejo por derecho, la hermana Isabel.
En la primera sesión del Consejo, realizado en la casa de las
hermanas de la Divina Providencia, el 18 de abril de 1958, se distribuyen las
tareas para “cumplir el vasto programa de apostolado de la Universidad del
Norte” [1].
¡¡¡Y vaya si es vasto!!!
La hermana Elsa Abud ha sido nombrada directora del Departamento de
Inglés de la Universidad, es profesora titular de varias asignaturas, y se le
ha encomendado también el Departamento de Extensión Cultural. Asume la
organización y dirección de la Agrupación Teatral de la Universidad del Norte
(ATUN).
La hermana Orfilia Bedacarratz queda con la responsabilidad de
organizar y atender la Biblioteca. Debe además trabajar en la Extensión
Cultural y el apostolado directo con los alumnos. En estas tareas será ayudada
por la hermana Haydée Alcócer. Le corresponderá también atender la secretaría
de los profesores, organizar las mesas de exámenes, coordinar fechas, entre
otras labores.
La hermana María Dolores Cruzat queda a cargo del Departamento de
Bienestar Estudiantil y tiene la misión de organizar y ocuparse de la atención
del Pensionado Universitario, que funcionará en cuanto se reciba la casa. Este
último es “prácticamente el “motivo primero” de la venida de la congregación a
Chile”[2],
por lo que siempre estará en el centro de la preocupación de todas las
hermanas. En esta tarea, ayudará la hermana Petrona Segovia.
La hermana Isabel Gerovasi tendrá la misión de organizar y dirigir
los Cursos de Ciencias Sagradas que se realizarán en la Universidad a pedido
del Obispo, para la formación de los profesores de religión de las escuelas
primarias. Además, será ayudante de la Cátedra de Ciencias Sagradas que dicta
el Obispo a los alumnos de segundos años de la Universidad.
Del Departamento de Radio del Obispado, así como de la Extensión
Cultural por la radio de la UN, se ocupará la hermana Elsa.
Todo este trabajo quedará formalizado en el contrato entre la
Universidad del Norte y la Compañía del Divino Maestro, que firma la Madre
Natalia Montes de Oca en la primera vista canónica a la comunidad, efectuada
entre el 5 y el 21 de junio de ese año. En dicho contrato, suscrito el 11 de
junio, “la Compañía recibe la casa de la calle Poupin para Residencia
Universitaria y se compromete a dedicar totalmente, por lo menos tres
religiosas al apostolado en la Universidad, por medio de cátedras, y trabajo
administrativo y de Extensión Cultural. La comunidad se compromete, además, a
rezar por las intenciones de esta obra que el Sr. Obispo considera la de mayor
envergadura en su diócesis.”[3]
Día de paseo, con
ocasión de la visita canónica de la hermana Natalia Montes de Oca, fundadora de
la congregación y por entonces, Superiora General (1959).
De todos los compromisos, el último es el que más importa a la
fundadora, dejándolo muy bien asentado en el Cuaderno de Visitas Canónicas:
“Con el mayor empeño encarezco la importancia del 1er artículo del
contrato que firmé con la Universidad del Norte, en presencia del Señor Notario
del Obispado. Dice así: “El principal aporte que la Universidad del
Norte espera de la comunidad religiosa de la Compañía del Divino Maestro en
Antofagasta es la de rogar por ella y atraerle las bendiciones del Señor para
que sea un instrumento eficaz en la construcción del Reino de Dios” No
olvidemos, pues, nunca, que éste es el aporte principal. Las oraciones
de la comunidad de Antofagasta deberán dirigirse explícitamente a ese fin, asimismo
sus sacrificios y continuos actos de abnegación. La C.D.M. está llamada a
conseguir por medios sobrenaturales en primer término, y con todos los medios
naturales que estén a su alcance, que la U. del N. construya el Reino de Dios.”
Firma Natalia Montes de Oca, Superiora General, 21/VI/1958[4]
En cuanto la casa de Poupin N° 1164 está en condiciones de ser
habitada, las hermanas se trasladan a la que será su residencia, el 2 de mayo,
víspera de la Fiesta de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina y la
Congregación. La casa aún necesita muchos arreglos, y los obreros siguen
trabajando en lo que serán las instalaciones del “Hogar Universitario Regina
Mundi”. Las hermanas inician su vida en común, de oración, estudio y trabajo,
entre martillazos, roturas de cañerías, reparaciones eléctricas y un sinfín de
inconvenientes que a muchas hubiera desanimado, pero que no son capaces de
atenuar el entusiasmo que esta nueva obra les inspira.
Tanto es así, que el 5 de mayo de ese mismo año, “en la sala A de la
Universidad tuvo lugar la Inauguración de los Cursos de Pedagogía Catequística,
organizados por la Compañía del Divino Maestro, por especial deseo de su Excia.
Revdma., y cuya dirección estará a cargo de la Hna. Isabel c.d.m. … el número de estudiantes es sumamente
promisor, especialmente el entusiasmo que demuestran”[5].
Los profesores de estos cursos serán: en Teología Moral, el R.P. Remigio Lepin,
Oblato de María Inmaculada; en Teología Dogmática, la hermana Isabel c.d.m., en
Metodología, la hermana María Dolores c.d.m.; en Pedagogía, la señorita Irma
Césped[6].
La hermana Orfilia,
secundada por la hermana Haydée, organiza un Retiro de las alumnas en la
Universidad, que se realiza el 18 de mayo en la Casa de Huéspedes de la ex
oficina Chacabuco, que la Compañía Salitrera presta para el efecto. Parten a él
13 estudiantes, acompañadas por la hermana Orfilia, la hermana Haydée, el
cocinero del Colegio San Luis, el padre Barros, sj. y el padre Lamas, sj, que
será el Padre Predicador. Es un retiro de cuatro días, que resulta todo un
éxito.
Las hermanas María Dolores y Petrona trabajan, además en la
Catequesis y las Clases de Religión del Hogar de Niños y la Escuela de las
hermanas de La Divina Providencia. La Hermana Isabel es desde mediados de mayo,
la encargada de la Juventud Estudiantil Católica, y se reúne con estudiantes de
la Escuela Normal, Liceo de Niñas, Instituto Santa María, y otros colegios
fiscales y particulares. La hermana Orfilia organiza sesiones de Cine Foro,
desde el Departamento de Extensión y la hermana Elsa ensaya con la Agrupación
de Teatro la Obra que presentarán en la velada del Primer Aniversario del
inicio de clases en la Universidad, que ese año se celebra el 2 de junio, por
haber sido trasladada la fiesta de Regina Mundi, patrona de la Universidad.
Sorprende la capacidad de trabajo y la variedad de quehaceres de la
comunidad, pero estas mujeres tienen experiencia y una sólida formación humana
y teológica. La Congregación Compañía del Divino Maestro, fundada el 28 de
enero de 1943, mediante decreto del Cardenal Santiago Luis Copello, Cardenal
Arzobispo de Buenos Aires, nace al alero del Instituto de Cultura Religiosa
Superior, para dar continuidad a esa obra de la Iglesia argentina, que busca
dar formación teológica a las mujeres de Acción Católica y a través de ellas,
irradiar el conocimiento amoroso de Jesucristo, Verdad Total. La Madre Natalia
fue primeramente presidenta de la Comisión Directiva del Instituto y luego,
fundadora de la Congregación. Prontamente el Instituto de Cultura Religiosa
Superior pasa a depender de la Congregación, y, con la gracia de Dios, se
fundan otros institutos similares en Concordia (provincia de Entre Ríos), San
Isidro (provincia de Buenos Aires), en el barrio obrero de Mataderos. En todos
ellos las hermanas del Divino Maestro desarrollan actividades muy similares a
las que desarrollan en la naciente Universidad del Norte. En dichos institutos
se enseña, como primer cometido, Ciencias Sagradas, cosa novedosa, pues en esos
tiempos, la teología se enseñaba sólo en los seminarios. Se imparten también
estudios de Filosofía, Profesorado de Religión y Moral, Servicio Social,
Profesorado de Bellas Artes, Formación de Catequistas. Hay salas de teatro,
bibliotecas, ateneo deportivo, coros, cine foros y un sinfín de actividades de
apoyo a la pastoral de los lugares donde están insertas. Algunas de las
hermanas tienen estudios superiores adquiridos antes de su ingreso a la
Congregación. Se entiende, entonces, tanta capacidad, que les permite trabajar
codo a codo con los sacerdotes jesuitas que conducen la Universidad.
La obra más relevante,
por su importancia y por los recursos humanos, económicos y espirituales que
conlleva, es la Residencia Universitaria. Abre sus puertas el 23 de mayo a las
cuatro primeras residentes: Ada Tassara, Mirta Bravo, Silvia Cánepa y María
Inés Aracena, todas estudiantes de inglés. Durante el año, el número de
residentes aumentará a quince, y en el segundo año abrirá con su capacidad
completa de 25 residentes. Con el tiempo se hará necesario ampliar la capacidad
a 30 estudiantes.
En la segunda visita canónica que realiza la Madre Natalia, entre
el 20 de octubre y el 12 de noviembre de 1959, deja entre las pocas
recomendaciones a la comunidad lo siguiente:
“Desearía que se diera la más afectuosa
atención a las jóvenes estudiantes del Hogar Universitario, que han llegado a
un número, por el momento, completo. Es deseo manifiesto del Exmo. Sr. Obispo
-por lo tanto, para nosotras ley- que esas jóvenes sean educadas por nosotras,
muy cariñosa y maternalmente, en un ambiente familiar, pero con disciplina y
firmeza. Recuerden todas las hermanas que somos responsables ante Dios de esas
almas rodeadas de gravísimos peligros, y que cada una de nosotras debe
contribuir a cuidarlas, dirigirlas, ayudarlas, aconsejarlas, defenderlas y
enseñarles, con inalterable paciencia y perseverancia, a vivir en todo
cristianamente, piadosamente”[7]
Las hermanas y las mismas residentes van haciendo de esa casa un
lugar de acogida, de encuentro, de trabajo y de estudio. Es común que el Obispo
vaya a almorzar, o a conversar con la comunidad y las jóvenes. En las crónicas
de la comunidad se deja ver la vitalidad que adquiere el hogar, que a veces
sirve de lugar de ensayo de la Agrupación de teatro, del Conjunto folclórico de
la Universidad del Norte (COFUN), de reuniones de la JEC, de profesores, de
acogida de amigos de la Universidad[8]
y delegaciones de estudiantes que vienen del país o de Salta a visitar la
ciudad, y muchas veces, del simple y evangélico cultivo de la amistad entre
estudiantes, profesores, sacerdotes y religiosas que, en muchos casos, perduró
a lo largo de los años, cuando los primeros se desenvuelven profesionalmente en
distintos lugares del país. Esta Residencia funcionó hasta diciembre de 1969,
cuando, por la imposibilidad de acceder a una casa más adecuada a las
necesidades que los nuevos tiempos iban presentando y las grandes dificultades
económicas imperantes en el país, hicieron imposible continuar prestando ese
servicio.
Las hermanas también se
involucran en la pastoral de la Arquidiócesis, colaborando en las actividades
del Congreso Mariano que se realizó ese año, a partir de lo cual comienzan una
pastoral de apoyo en sectores periféricos más pobres. En esta labor entusiasman
a algunas jóvenes de la Residencia, para que estas actividades contribuyan a la
formación humana y cristiana de las estudiantes.
Hermanas Laura Elsa Abud y María Teresa Chandía, uno de los muchos momentos del compartir con los estudiantes. En esta foto hay estudiantes de la primera generación de la Universidad del Norte.
En los años que siguen, algunas hermanas regresan a Buenos Aires y vienen otras cumpliendo las mismas tareas e incluso ampliando las labores de apoyo a la pastoral en la Arquidiócesis. Por varios años se las ve en la Biblioteca, en la Administración, en la Pastoral directa con estudiantes, profesores y personal de apoyo a la academia, en la docencia tanto en las Carreras de Pedagogía como en Teología. Todo en un estilo propiamente femenino, con una preocupación maternal por los estudiantes, varones y mujeres, con gran capacidad de generar ambientes de trabajo horizontales, donde prima un estilo de colaboración, donde sacerdotes y religiosas van haciendo su aporte propio y generando complementaciones que favorecen en mucho el desarrollo de un verdadero ambiente universitario, aportan su carisma, su calidez, la seriedad en los trabajos encomendados, la espiritualidad de la consagración a la Verdad a través del estudio sistemático de las Ciencias Religiosas y de las Ciencias Humanas, convencidas como están de que todo conocimiento no es más que participación de la Verdad Total que es Jesucristo.
Comunidad
en los años 70: Laura Elsa Abud, Aída Cabral, María Pascuala Eyzaguirre, Jane
Mary Gibson, Cecilia Zacowicz y María Teresa Chandía.
Varias de las hermanas tuvieron actuaciones destacadas en la vida
pastoral de la Arquidiócesis y en lo académico. En el año 1990, la hermana Elsa
Abud Yáñez es elegida “Miembro Correspondiente” por Antofagasta, de la Academia
Chilena de la Lengua. La Universidad Católica del Norte la Distingue con el
Doctorado Honoris Causa. Durante un breve tiempo, un pabellón de la Universidad
lleva su nombre. Cuando éste fue pintado, por algún motivo no fue restituido, y
su nombre comienza a desaparecer de la memoria de esta Casa de Estudios.
Algunas sirvieron al Maestro por largos años en estas aulas, Jane Mary Gibson
c.d.m., Cecilia Zakowicz c.d.m., y de una manera misteriosa, con distintos
tipos de presencia, la Compañía del Divino Maestro se queda en esta
Universidad, la que sigue contando con aquello a lo que se comprometió, en un
lejano 21 de junio de 1958: la oración constante y confiada para que esta
Universidad “sea un instrumento eficaz en la construcción del Reino de Dios”[9]
A los sesenta años de la Fundación de la Universidad Católica del
Norte, agradeciendo la osadía de esos hombres visionarios que la soñaron y la
hicieron posible, queremos traer también a la memoria a estas mujeres que, a
semejanza de aquellas que siguieron a Jesús[10],
poniendo sus bienes y sus talentos al servicio de la Iglesia naciente, hicieron
lo propio en estas nortinas tierras.
[1] Compañía del Divino Maestro, Acta N° 1 del 18 de abril de 1958.
Libro de Actas del Consejo de la Casa de Antofagasta, de la Compañía del Divino
Maestro, 1
[2] Id. 2
[3] Compañía del Divino Maestro, Crónicas de la Casa de Antofagasta.
Año de la fundación 1958. Día miércoles 11 de junio.
[4] Compañía del Divino Maestro, Cuaderno de Visitas Canónicas
perteneciente a la Casa Hogar Universitario Regina Mundi, Antofagasta, Chile.
Primera Visita. (Nota: los subrayados
son del original.)
[5] Compañía del Divino Maestro, Crónicas de la Casa de Antofagasta.
Año de la fundación 1958. 5 de mayo.
[6] Id.
[7] Compañía del Divino Maestro, Cuaderno de Visitas Canónicas
perteneciente a la Casa Hogar Universitario Regina Mundi, Antofagasta, Chile.
Segunda Visita. (Nota: los subrayados
son del original.)
[8] Cuando la señora Berta González de Astorga vino a recibir la
Condecoración dela Iglesia de Antofagasta por sus muchas contribuciones a la
realización de la obra de la Universidad, alojó en la Residencia. Cf. Compañía
del Divino Maestro, Crónicas de la Casa de Antofagasta. Año de la fundación
1958. Martes 15 de julio.
[9] Cf. Supra.
[10] Evangelio de Lucas 8, 2-3
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