Elijo de un trabajo de la hna. Dolores Aleixandre “Memoria viva del juego pascual” este aporte que me resulta particularmente significativo para nosotras.
Hace referencia a dos textos de Mt.: 13,44 y 16,21-26.
“En primer lugar hay que leer el contexto inmediatamente anterior porque arroja sobre él una luz definitiva. Jesús ha reprendido con severidad a Pedro: “No piensas como Dios sino como los hombres” y a continuación llama a sus discípulos y comienza a instruirles acerca de lo que es “pensar como Dios o pensar como los hombres”. Y con la primera frase en condicional:”Si alguno quiere seguirme,” pone el seguimiento al alcance de todo el que desea abrazarlo.
El segundo elemento, que vamos a calificar como pérdida, aparece inmediatamente después como consecuencia inevitable del seguimiento, como su condición de verificación, la única a la que se otorga capacidad de autentificar el deseo inicial: “que se niegue a sí mismo y me siga”. Es decir, que se pide al candidato a discípulo de manera tajante y sin rodeos, que se decida a negarse a sí mismo. Y el verbo, imposible de suavizar, es el mismo que aparece en las negaciones de Pedro (Mt.26,69-75). “Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida a causa de mí la encontrará.”
En tiempos en los que tantas vueltas damos a la significatividad de la VR , pienso que aquí se esconde nuestra verdadera identidad: la de ser de aquellos hombres y mujeres que, como respuesta a una llamada, desean “pensar y sentir” como Dios mismo, y a causa de Jesús y de su Evangelio, y por la alegría de haberlo encontrado, están dispuestos a entrar en el juego “perder/ganar” y hacer de ello un estilo de vida dentro de la Iglesia, con una misión que se inserta en la de Jesús: buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc. l9,1-10).
Si definimos la VR. a partir del seguimiento de Jesús, tenemos que suponerla configurada desde su misma razón de ser por el dinamismo de pérdida-ganancia¸ invitada a incorporarlo a su misma entraña, convocada a entrar en un juego que se convierte en su “metáfora institucional”, en lo que tendría que hacerla distinguible de otros modos de vida que la rodean. Así, es tarea específica suya: alentar deseos; mantener viva la memoria del perder/ganar; generar un estilo alternativo de felicidad.”
Hasta aquí, Dolores Aleixandre. Y ahora introduzco el retablo pintado por Natalia en la Capilla del cuarto piso de la Casa Madre de la Compañía del Divino Maestro.
Son seis las mujeres que rodean al Divino Maestro:
A su derecha:
María Magdalena tiene en sus manos y ofrece un vaso de perfume. En su imagen están incluidas María de Betania (Jn. l2,1-3) y la pecadora no identificada de Lc.7,37-38.
Juana de Cusa ofrece una bolsa con dinero.
María de Cleofás, con los brazos extendidos en gesto de ofrenda.
A su izquierda:
Marta ofrece un plato con panes.
Susana, un cofre (Lc.8,1-3)
María Salomé (incluye a la samaritana), un cántaro.
El retablo nos pone por delante “aquellas mujeres que acompañaron al Maestro, lo siguieron en su predicación y volcaron sus vidas en la expansión de la iglesia naciente”.
Todas ellas “pensaron como Dios”.....¡y ganaron!!!
Termino con un pensamiento del obispo mártir Angelelli:
“Cristo en su Evangelio tiene una pedagogía especial para conducir a la felicidad y a la paz.
Esa pedagogía es pasar por la cruz para llegar a la resurrección,
pasar por la muerte para llegar a la vida.
Lo que aparece como fracaso para los hombres, es triunfo a los ojos de Dios.”
Delia María cdm