viernes, 31 de agosto de 2012

APROXIMACIÓN A LA ESPIRITUALIDAD CDM


Elijo de un trabajo de la hna. Dolores Aleixandre “Memoria viva del juego pascual” este aporte que me resulta particularmente significativo para nosotras.

Hace referencia a dos textos de Mt.: 13,44 y 16,21-26.



“En primer lugar hay que leer el contexto inmediatamente anterior porque arroja sobre él una luz definitiva. Jesús ha reprendido con severidad a Pedro: “No piensas como Dios sino como los hombres” y a continuación llama a sus discípulos y comienza a instruirles acerca de lo que es “pensar como Dios o pensar como los hombres”. Y con la primera frase en condicional:”Si alguno quiere seguirme,” pone el seguimiento al alcance de todo el que desea abrazarlo.

El segundo elemento, que vamos a calificar como pérdida, aparece inmediatamente después como consecuencia inevitable del seguimiento, como su condición de verificación, la única a la que se otorga capacidad de autentificar el deseo inicial: “que se niegue a sí mismo y me siga”. Es decir, que se pide al candidato a discípulo de manera tajante y sin rodeos, que se decida a negarse a sí mismo. Y el verbo, imposible de suavizar, es el mismo que aparece en las negaciones de Pedro (Mt.26,69-75). “Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida a causa de mí la encontrará.”

En tiempos en los que tantas vueltas damos a la significatividad de la VR , pienso que aquí se esconde nuestra verdadera identidad: la de ser de aquellos hombres y mujeres que, como respuesta a una llamada, desean “pensar y sentir” como Dios mismo, y a causa de Jesús y de su Evangelio, y por la alegría de haberlo encontrado, están dispuestos a entrar en el juego “perder/ganar” y hacer de ello un estilo de vida dentro de la Iglesia, con una misión que se inserta en la de Jesús: buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc. l9,1-10).

Si definimos la VR. a partir del seguimiento de Jesús, tenemos que suponerla configurada desde su misma razón de ser por el dinamismo de pérdida-ganancia¸ invitada a incorporarlo a su misma entraña, convocada a entrar en un juego que se convierte en su “metáfora institucional”, en lo que tendría que hacerla distinguible de otros modos de vida que la rodean. Así, es tarea específica suya: alentar deseos; mantener viva la memoria del perder/ganar; generar un estilo alternativo de felicidad.”

Hasta aquí, Dolores Aleixandre. Y ahora introduzco el retablo pintado por Natalia en la Capilla del cuarto piso de la Casa Madre de la Compañía del Divino Maestro.


Son seis las mujeres que rodean al Divino Maestro:

A su derecha:

María Magdalena tiene en sus manos y ofrece un vaso de perfume. En su imagen están incluidas María de Betania (Jn. l2,1-3) y la pecadora no identificada de Lc.7,37-38.
Juana de Cusa ofrece una bolsa con dinero.
María de Cleofás, con los brazos extendidos en gesto de ofrenda.


A su izquierda:

Marta ofrece un plato con panes.
Susana, un cofre (Lc.8,1-3)
María Salomé (incluye a la samaritana), un cántaro.

El retablo nos pone por delante “aquellas mujeres que acompañaron al Maestro, lo siguieron en su predicación y volcaron sus vidas en la expansión de la iglesia naciente”.

Todas ellas “pensaron como Dios”.....¡y ganaron!!!

Termino con un pensamiento del obispo mártir Angelelli:

“Cristo en su Evangelio tiene una pedagogía especial para conducir a la felicidad y a la paz.
Esa pedagogía es pasar por la cruz para llegar a la resurrección,
pasar por la muerte para llegar a la vida.
Lo que aparece como fracaso para los hombres, es triunfo a los ojos de Dios.”

                                                                                                                              Delia María cdm

miércoles, 29 de agosto de 2012

JESÚS, AMIGO DE LA MUJER

El 22 de julio, nos hemos reunido en Villa Francia, Santiago de Chile "Amigos y amigas del Divino Maestro" para celebrar la fiesta de María Magdalena, queremos participar lo compartido ese día.



Buena parte de los pobres que rodeaban a Jesús eran mujeres; privadas del apoyo de un varón, ellas eran sin duda las más vulnerables. Por otra parte, ser mujer en aquella sociedad patriarcal significaba estar destinada a vivir en un estado de inferioridad y sumisión a los varones. Las mujeres eran propiedad del varón; su función social era tener hijos y servir fielmente al varón. Eran consideradas impuras durante su menstruación y como consecuencia del parto, por lo tanto excluidas de los espacios sagrados y del culto. El verdadero protagonista de la religión judía era el varón. Por lo tanto, las mujeres eran excluidas del estudio de la Ley y los escribas no las aceptaban como discípulas.

De esta manera, las mujeres judías, sin verdadera autonomía, siervas de su propio esposo, recluidas en el interior de la casa, sospechosas de impureza ritual, discriminadas religiosa y jurídicamente, constituían un sector profundamente marginado en la sociedad judía.

¿Es esto lo que quiere ese Dios compasivo del que habla Jesús?
¿No podrán conocer ellas una vida más digna en el reino de Dios?
¿Cómo las ve y las siente Jesús?

Lo primero que sorprende es verlo rodeado de tantas mujeres: amigas entrañables como María, oriunda de Magdala; las hermanas Marta y María, vecinas de Betania, a las que tanto quería; mujeres enfermas como la hemorroísa o paganas como la siro-fenicia; prostitutas despreciadas por todos o seguidoras fieles, como Salomé y otras muchas que le acompañaron hasta Jerusalén y no le abandonaron ni en el momento de su ejecución. De ningún profeta de Israel se dice algo parecido.

¿Qué encontraban estas mujeres en Jesús? ¿Qué las atraía tanto?
¿Cómo se atrevieron a acercarse a él para escuchar su mensaje?
¿Por qué se aventuraron algunas a abandonar su hogar y subir con él a Jerusalén, provocando seguramente el escándalo de algunos?

Su mejor amiga

Jesús trató con afecto a mujeres muy cercanas a él, como Salomé o María, la madre de Santiago y José. Tuvo amigas muy queridas, como Marta y María, las hermanas de Lázaro. Pero su amiga más entrañable y querida es María, una mujer oriunda de Magdala. Ella ocupa un lugar especial en su corazón y en el grupo de discípulos. Nunca aparece, como otras mujeres, vinculada a un varón. Magdalena es de Jesús. A él le sigue fielmente hasta el final, liderando al resto de discípulas.

María había nacido en Magdala, una ciudad situada junto al lago de Genesaret, a unos cinco kilómetros al norte de Tiberíades, famosa por su industria de salazones y conservas de pescado. Jesús pasaba por Magdala cuando iba de Nazaret a Cafarnaún. De la vida de María no sabemos nada. Solo se nos da una breve referencia que, sin embargo, arroja no poca luz sobre su relación con Jesús. Era una mujer poseída por espíritus malignos y Jesús la curó expulsando de ella siete demonios. Este hecho fue el comienzo de todo. Antes de conocer a Jesús, María vivía desquiciada por completo, desgarrada interiormente, sin identidad propia, víctima indefensa de fuerzas malignas que la destruían. No sabía lo que era vivir de manera sana.
Encontrarse con Jesús es para ella comenzar a vivir. Por vez primera se encuentra con un hombre que la ama por sí misma, desde el amor y la ternura de Dios. En él descubre su centro. En adelante no sabrá vivir sin él. En Jesús halla todo lo que necesita para ser una mujer sana y viva. De otros se dice que lo dejaron todo para seguir a Jesús. María no tenía nada que dejar. Jesús es el único que la puede hacer vivir. Jamás un hombre se le había acercado así. Nadie la había mirado de esa manera. Había pasado muchos años en la oscuridad, privada de la bendición de Dios. Ahora lo siente más cercano que nunca gracias a la presencia curadora de Jesús.
Según una tradición cristiana, María es la primera en encontrarse con el resucitado y en comunicar su experiencia a los discípulos, que no le dan crédito alguno.

Esta mujer que no podía vivir sin Jesús es la primera en descubrirlo lleno de vida. Comienza para María una vida nueva.
Puede seguir de nuevo a su querido Maestro, pero ya no será como en Galilea. El resucitado la envía a sus hermanos: Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y el Padre de ustedes, a mi Dios y el Dios de ustedes.
María tendrá que aprender a abrazarlo en sus hermanos y hermanas mientras les comunica que ya no hay un abismo entre Dios y los hombres. Unidos a Jesús, todos tienen a Dios como Padre.

A partir de esta reflexión, compartimos:

¿Qué significa para nosotras celebrar hoy a María Magdalena en Villa Francia?
¿Cómo puedo actualizar el mensaje de María Magdalena hoy: en la población, en el trabajo, en la familia, en el ambiente en que me muevo cotidianamente, etc.?

Oración

Que María de Nazaret nos participe su actitud profética en defensa del pobre.
Que Isabel nos anime a amar a las mujeres y a reconocer sus dones.
Que la Samaritana nos enseñe a dialogar y encontrarnos con Jesús.
Que Martha nos ayude a expresar nuestra fe como mujeres discípulas de Jesús.
Que la Mujer encorvada nos transmita su valentía para enderezar las propias opresiones.
Que la Viuda de Naím nos ayude a denunciar la muerte y a proclamar la vida.
Que María Magdalena nos dé la fuerza de anunciar la resurrección en medio de la muerte.